DOMINIO DE SI MISMO
La ira es fuente de males más graves que aquellos que la causan.
Corta las raíces de la irritación que no están fuera sino en nuestro corazón:
egoísmo, incomprensión, impaciencia... Aprecia los valores espirituales y
permanecerás imperturbable ante las crisis, que se solucionan con la calma,
pero se ahondan con el enfado.
Cuando yo era niño, mi padre solía contar hasta diez en voz alta
cada vez que se encolerizaba con mis hermanas y conmigo. Cuando mayor, yo
mejoré esa estrategia incorporando el uso de la respiración. Cuando empiezo a
enojarme, respiro profundamente y mientras lo hago, digo el número uno. A
continuación, relajo todo el cuerpo mientras espiro. Luego repito el mismo
proceso hasta el número diez. Esta combinación de contar y respirar resulta tan
relajante que te será casi imposible continuar enojado cuando acabes. El tiempo
invertido contribuye a desdramatizar las situaciones.
Es imposible que en el curso de todo un día no nos sobrevenga
algún que otro contratiempo: pequeños accidentes o dificultades que nos apenan
y mortifican. ¿No es esto un obstáculo permanente para la felicidad? De ninguna
manera, si sabemos conservar la paz y la alegría cuando sobrevienen estas
contrariedades.
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