EL PERRO Y LAS PULGAS
Hay un defecto corriente: la falta de comprensión y respeto por
los que son distintos de nosotros. Esto se llama discriminación. Respetar y
comprender son actitudes que están en la base de la convivencia humana. Jesús
nos advirtió: “No hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti”. Sin
comprensión y respeto se viene abajo el amor a los hermanos.
Un perro grande y peleador, había conseguido infundir a sus
contrarios tal temor, que apenas lo veían, se deshacían en humildes saludos. Lo
aborrecían, pero no se atrevían a decirlo; y esto lo hizo al perro más
orgulloso. Pero una pulga no le tuvo miedo y se instaló entre su pelo con su
prole y sus parientes pobres. Convidó a sus amigas y empezaron fiestas y
bailes, sin importarles los mordiscos del perro. Llegó el animal a tal
desesperación que todos, menos ellas, le tenían lástima; y comprendió entonces
que más vale tener unos cuantos enemigos fuertes que muchos pequeños, inasibles
y tenaces (G. Daireaux)
En tu vida de relación con los demás, cuídate de subestimar a
los pequeños y a los débiles. La sabiduría del Creador ha dispuesto tan
armónicamente sus obras que todo tiene su razón de ser: lo débil y lo fuerte,
lo grande y lo pequeño. Considera pues con atención y verás cómo cada uno
aporta sus dones para el bien de la convivencia humana.
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