SALIR AL CAMINO
Nos preguntamos muchas veces por qué avanzan los cultos no
católicos y las sectas, pero no hallamos una respuesta o bien, no hacemos nada
para contrarrestarlos. No se trata de atacar a ningún culto, sino de no perder
a bautizados católicos por la ineficiencia de nuestros gestos.
Tal vez sea porque el
católico no encuentre al sacerdote o diácono en un momento de angustia o
desesperación, porque no halla respuestas escuchando el Evangelio y no
sabe que un sacerdote puede ayudarlo con el mismo Evangelio y su experiencia. Si bien es cierto que no poseemos muchos diarios y
canales de TV, los existentes no
cuentan todavía con la suficiente difusión. Hace bastante tiempo atrás existía
el semanario ESQUIU, dirigido por el Pbro. Agustín Luchía Puig, donde se
conocían temas relevantes de las comunidades y de la Iglesia.Tampoco salimos a las calles “de dos en dos”, parafraseando el mensaje
de Jesús, porque consideramos que la fe trasciende a través de nuestro propio
ejemplo de vida. No salimos a pararnos frente a un micrófono en una plaza como
si estuviésemos “vendiendo” a Dios en un mercado público.La mala prensa que a veces sufrimos los católicos, debido a
algunos pastores o laicos que se salen del camino que eligieron, son la mejor
presa del periodismo sensacionalista que no desaprovechará oportunidades para
destrozar nuestra religión.Ante esto, es necesario contraponer una imagen y hechos donde
nuestra Iglesia, a través de sus Instituciones se haga presente. Dar a conocer
el mensaje de nuestros Pastores en cada momento que vivimos en nuestra
sociedad, sin importar a quien le moleste, porque el Evangelio sigue siendo el
mismo.Debemos ser verdaderos apóstoles, o al menos, intentarlo
siempre. Debemos apoyar y difundir el trabajo en barrios, hospitales, asilos,
etc., para que muchos otros hermanos sientan que pueden ser útiles de algún
modo. Esto no solo servirá para informar y catequizar, sino para afirmar la fe
de muchas personas. No es necesario regalar libritos ni folletos, sino llegar a
quien necesita ayuda, al que está desorientado, solo, triste, sin esperanza. La
falta de sacerdotes para esta tarea y de ministros, da lugar al avance de
sectas y cultos que minan la mente de muchas personas, que son convertidas en
fanáticos y que hasta pierden sus bienes por mantener el culto. La fe y la esperanza
deben ser gratuitas, como el amor y la caridad, y debemos hacerlo saber.
También los pastores deben bajar del púlpito o de su “jerarquía”, usar un jean
y ser parte de los fieles, porque la fe crece cuando el que está por encima de
todos, es capaz de lavar los pies de todos. La Iglesia no está en el templo, está en cada uno de nosotros.
Hay que realizar campañas, a través de las organizaciones para mantener vivo el
espíritu de hermandad y solidaridad cristianas. Si nos concentramos en la parábola del sembrador, podremos
observar el fenómeno de la fe a través del ejemplo de la naturaleza. Una
pequeña semilla, que al germinar y crecer, sirve de cobijo para las aves y de
sombra para el abrumador calor. Nosotros nacemos vírgenes, sin creencias, pero
por medio del bautismo, nuestros padres nos transmiten esa semilla, la riegan,
cuidan de nuestras hojas y ramas hasta que nos valemos por nosotros mismos y
podemos elegir. Muchas veces descuidamos esa semilla y la fe se marchita o
muere. Es allí donde estamos fallando, en la detección del deterioro de la fe,
tanto en nosotros como en nuestro prójimo que necesita auxilio espiritual. Entonces, ¿por qué no oramos "pidan al dueño del viñedo
que mande más obreros a la mies"? ¿Estamos pidiendo más cristianos
comprometidos con Cristo y nuestros hermanos? El trabajo de las sectas y cultos
se enfoca en cubrir los huecos que dejamos los católicos.Si unos pocos Apóstoles fueron capaces de llevar el mensaje del Evangelio a
todos los rincones del mundo, ¿cómo puede ser que existiendo tanta tecnología a
disposición, las sectas y cultos sigan captando fanáticos y permanezcamos tan
indiferentes?
El llamado del Papa Francisco es para todos: obispos, curas,
religiosas, laicos… Salir de los templos, “hacer lío”, buscar a los hermanos en
las periferias existenciales para llevarles la alegría del Evangelio.
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