EL ALMA
Cuenta Victor Frankl cómo un estudiante universitario le
preguntó en una ocasión qué podía haber de realidad en el alma, siendo esta
totalmente invisible. Como jamás había visto su alma, ni la de nadie, lo más
sensato –concluía– es no creer en fantasías que no se pueden ver.
"Yo le confirmé –escribe Frankl– que era imposible ver un
alma mediante una disección o mediante exploración microscópica. Después le
pregunté que por qué razón buscaba el alma en esa disección o exploración
microscópica. El joven me contestó que por amor a la verdad.
"Entonces le pregunté si no sería el amor a la verdad algo
anímico, si él creía que cosas como el amor a la verdad podían hacerse visibles
por la vía microscópica.
"El joven comprendió que lo invisible, lo anímico, no puede
encontrarse mediante el microscopio, pero que son cosas necesarias para poder
trabajar con el microscopio."
La ciencia experimental no agota las posibilidades de conocimiento.
Si echamos en el mar una red de pesca cuyos agujeros son cuadrados de un metro
de lado, será difícil, por muchas veces que lancemos esa red, que saquemos
peces de menos de un metro de longitud. Si alguien concluyera, después de
semejante experiencia, que en el mar no hay peces de menos de un metro de
longitud, parece bastante evidente que se equivoca. Una cosa es que no existan,
y otra, bien distinta, que con esa red no pueda capturarlos. Lo que se logra
"recoger" con las redes de la ciencia experimental no es
"toda" la realidad.
Alfonso Aguiló
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