EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

domingo, 19 de abril de 2015

HOY... EL EVANGELIO

ESTÁ ENTRE NOSOTROS


Acaban de llegar los dos de Emaús contando “lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan”. Hoy, San Lucas 24, 35-48, nos comenta que Jesús se les aparece de nuevo. En la comunidad hablamos de estas cosas, ¿pero no sé si tenemos claro qué significa creer en la resurrección, o “tenemos miedo a la sorpresa” y a la “presencia de Jesús en medio de nosotros”? Y es que hemos hecho de la resurrección un hecho increíble que le sucedió a Él. Pero como nos recuerdan la primera y la segunda lectura de hoy, creer en la resurrección significa creer en nuestra propia resurrección, en nuestro cambio de vida, en la conversión como nos dice San Pedro, no vaya a ser que nosotros tampoco “comprendamos las Escrituras”.

Jesús resucitado no es un fantasma. Es comprensible el miedo de los discípulos, como es comprensible nuestro miedo a creer que Jesús ha resucitado y con Él nosotros. Frente a ese miedo sólo queda la confianza en que Dios puede hacerlo todo nuevo. Nosotros seguimos creyendo en la vida donde otros juegan a la muerte y desde ahí vivimos nuestra situación familiar, laboral, la marcha del país y de la Iglesia. Hemos comprendido que debemos cambiar un enfoque pesimista, cerrado, burgués, rutinario, por otro de renovación, de lucha, de esfuerzo, de dinamismo, de esperanza.

Como diría Eduardo Galeano, pensador y poeta fallecido esta semana: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo” y, “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.

Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzare. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar”. Nos toca ser y hacer signos pequeños de resurrección, al partir y compartir el pan, al poner la vida y la alegría por encima del miedo y la muerte, al predicar la utopía del Reino (Resurrección).Como dice el texto: “En su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto”. En nuestras comunidades debemos de hablar de estas cosas, poner en común nuestras dudas y algunas certezas, el camino de la Pascua nos marca el horizonte de la Vida.

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