EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

domingo, 26 de abril de 2015

HOY... EL EVANGELIO

EL BUEN PASTOR



En la vida vivimos muchos momentos de inseguridad, indefensión, nos sentimos amenazados, tenemos incertidumbres, andamos a tientas, buscamos guías. No es otra cosa la adoración que muchos de nuestros contemporáneos tienen por los líderes políticos, deportivos, musicales… que llenan plazas y estadios. Necesitamos gente que oriente nuestra vida y a la vez nos creemos autosuficientes, vivimos de los grandes avances técnicos, médicos, astronómicos y nos sentimos pequeños.Perseguimos la felicidad y pensamos dominar todo y seguimos inquietos. El evangelio de hoy, San Juan 10, 11-18, nos dice que tenemos un Pastor y parece responder a una inquietud de los primeros cristianos y también de nosotros: ahora que Jesús no está visiblemente entre nosotros, ¿quién nos reúne, nos guía y nos defiende? El auténtico Pastor que guía a la comunidad cristiana es uno sólo: Cristo. ¿Pero en qué consiste ser Buen Pastor?, en contra de los falsos pastores o dirigentes que no hacían otra cosa que pastorearse a sí mismos. Consiste en “Dar la vida por las ovejas”.Difícil tarea entonces… Se exige valentía, entrega incondicional, amor entrañable, osadía, ponerse en la puerta del aprisco y defender a todos de los “lobos”. El pastor se juega la vida por los suyos, pone voz a los que no pueden hablar, defiende al injustamente acusado, denuncia al opresor, acompaña los procesos de los pequeños, busca a la oveja perdida. Los pastores deben de visibilizar a Cristo que ama apasionadamente al hombre de hoy, lo entiende, lo acoge y sana sus heridas. En palabras del Papa Francisco: “debe de oler a oveja” y es que los verdaderos pastores no pueden quedarse encerrados en casa o en la oficina, deben de salir de sí mismos, mirar con ojos distintos. Descubrir qué anda mal o qué se puede cambiar, acudir donde alguien los necesita, compartir las situaciones de necesidad, de miseria, de enfermedad, de debilidad de los suyos. Dialogar, escuchar, trabajar, pensar, estar en medio de ellos: “conocer y que le conozcan”. Nuestro mundo, nuestra gente y también nosotros, necesitamos guías, pastores, que estén a nuestro lado y acompañen nuestras inseguridades, amenazas, gozos y alegrías, nuestras dudas, que sanen nuestras heridas, sin olvidar que ellos también están heridos. Creer en la resurrección es aceptar este papel arriesgado de cuidar a los demás. Esa cercanía es un símbolo de la Pascua.

Julio César Rioja, cmf

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