LOS MIEDOS QUE NOS PARALIZAN
Y COMO VENCERLOS
1. Miedo a la soledad
Hay dos opciones que se pueden considerar:
- La primera es que el ego trabaja en su banal causa de hacerte
creer que realmente estás solo, que tú estás unido a los demás, con el fin de
sentirte protagonista de la vida y encontrar el reconocimiento, en todos los
niveles que te imagines, en la familia, en la pareja, en el grupo de amistades,
en el trabajo y en la sociedad.
- La segunda opción es que el Espíritu desea que recuerdes que
eres parte de una Totalidad. Que tú siempre estás unido a la energía
integradora de Dios, que se manifiesta en una llama interior que tú posees, una
luz que debes expandir.
Cuando le das fuerza a esa luz interior, comienzas a mirar con
los ojos de tu corazón y empiezas a ser consciente de que siempre tienes
compañía. Es la compañía con tu ser interior y con tu Creador Supremo.
Llegarás a comprender que la soledad es una maravillosa
oportunidad de la vida para compartir contigo mismo; y justamente en este
momento, empezarán a aparecer aquellas personas que vibrarán con tu misma
sintonía e intensidad.
2. Miedo a la escasez
Superar el miedo a estar escaso, sin dinero u oportunidades para
ser cada vez más abundante, requiere de un trabajo contigo mismo.
Debes darte la oportunidad para considerar que tus emociones
sientan ese “deseo de merecer lo mejor para tu vida”. El sentimiento de
víctima, es una señal de que el fantasma del miedo está invadiéndote.
Hay una palabra de siete letras que, cuando la repites, empieza
a dar claridad al estado de abundancia que hoy tienes. Esta palabra es
“GRACIAS”.
Cuando agradeces por todo cuanto tienes en este momento y por lo
que llegará a ti, comienzas a ser perceptible de todas las cosas que Dios te
ofrece cada día.
Gracias Dios por abrir los ojos este día de hoy, por poder
respirar un día más. Gracias por la cama donde duermo, por las situaciones que
parecen adversas; pero me dejan sabiduría. Gracias Dios por la sonrisa que me
regaló esa persona que no conozco. Gracias Dios por tener trabajo, por la
comida caliente, por la taza de café. Agradece y, en poco tiempo, todos tus
deseos comenzaran a materializarse.
3. Miedo a la enfermedad
La enfermedad es un desequilibrio de tu estado de conciencia.
Cuando empiezas a sentirte débil, está claro que perdiste tu fortaleza
interior. “Enfermedad”, es una palabra compuesta del latín “in-firmus”, que
significa “sin firmeza”.
Si comienzas a erradicar las auto-culpas, estarás dejando las
cárceles del saboteo mental y te liberarás de estas ataduras.
El filósofo Platón dijo: “mente sana en cuerpo sano”. Piensa
positivo respecto de ti mismo.
La enfermedad se contagia, perjudicando a otro ser, como se
puede contagiar la salud.
Reconcíliate con el pasado, perdona íntimamente en tu corazón todos
los sucesos de dolor y llena tu corazón de alegría, perdón y paz.
Permanece también en silencio, porque Dios te hablará en este
espacio de meditación.
El remedio para la enfermedad es el Amor. Te darás cuenta que,
de todos los medicamentos, el amor también crea adicción. Conviértete en un
“adicto al amor”, llénate de amor, ya que nadie puede otorgar lo que no tiene,
da amor y recibirás a cambio amor. Estarás cada vez más sano y lleno de
vitalidad. El mundo necesita que estés saludable, para poder cumplir tu rol de
ser un gestor de cambios en este planeta, que necesita curar su alma.
Si hay algo de lo que podemos estar seguros es que, cuando Dios
lo disponga, partiremos de esta vida, no antes ni después. Cuando el médico nos
da la primera nalgada para que comencemos a respirar, se activa la cuenta
regresiva; ese tic-tac que nos indica que vamos yendo hacia el día que debamos
“parar”. Es por eso que la vida es un constante “Pre-parar”, es decir, una
invitación a trascender en cada instante vivido, hasta que llegue tu turno de
“parar”.
4. Miedo a la muerte
Cierra tus ojos un momento e imagina que hace una semana que has
muerto y que estás en el cementerio visitando tu propia tumba. Miras tu lápida
y lees tu nombre, tus fechas de nacimiento y de partida de este mundo. A
continuación, piensa en cuál es la frase que escribiría la humanidad acerca de
ti, en tu propia lapida:
¿Qué dirían de ti? ¿Que fracasaste en muchas de las áreas
de tu vida? ¿Que la gente agradece que hayas partido, porque les hiciste
la vida amarga o que sienten profundamente tu partida y que dejaste un espacio
vacío en la humanidad, que nunca nadie podrá llenar?
¿Qué diste? ¿Qué cediste? ¿Qué donaste? ¿A quién ayudaste? ¿De
qué te privaste?
Escribe en un papel que es lo que deseas que quede grabado en la
piedra, cuando partas de este mundo. Trabaja, día tras día, para acercarte a
este enunciado que declaras.
El miedo a la muerte se supera, cuando tu meta es proyectarte en
tu entrega, bondad, generosidad, desprendimiento, altruismo, amor al prójimo,
capacidad de despojarte, sin condiciones, sin esperar retribuciones, que vivirá
en la memoria y los corazones de quienes hiciste contacto en la vida e hiciste
felices.
Estoy convencido que la cusa de nuestra infelicidad es el miedo. Trabajar para superarlo es una actividad esencial. Quien ha superado los miedos, vive feliz porque no espera nada, no necesita nada, no tiene que hacer nada SOLO VIVIR EN UNIDAD CON DIOS.
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