ENTUSIASMO
“Han
sido los griegos los que nos han legado la palabra más bella de nuestro idioma:
la palabra «entusiasmo», del griego «theos», un dios interior” (Pasteur). La
palabra contraria (antónima) es apatía: falta de pasión, de fuego. Alguien dijo
que, aunque no hagas más que alfileres, si no eres entusiasta de tu oficio, ni
te destacarás en él, ni disfrutarás de tu tarea cotidiana.
Si
tienes entusiasmo puedes hacerlo todo. El entusiasmo es la levadura que hace
crecer nuestras esperanzas hasta alcanzar las estrellas. El entusiasmo es el
brillo en nuestros ojos, la vivacidad en nuestro andar, la fuerza en nuestras
manos, el ímpetu irresistible de nuestra voluntad y de nuestras energías que
nos lleva a realizar nuestras ideas. Los entusiastas son los triunfadores.
Ellos tienen fortaleza, tienen tenacidad. El entusiasmo es la base de todo
progreso. Con él se consigue crear. Sin él, todo son excusas.
“Dejo
en tus manos todos mis trabajos, Dios mío. No quiero debilitarme y perder el
entusiasmo por el temor al fracaso. Quiero trabajar firme y seguro, porque tú
estarás conmigo para ampararme. Contigo todo estará bien, todo terminará bien,
y también de mis errores y fracasos sacarás una bendición para mi vida”, (P.
Fernández). Cultiva y pide el entusiasmo.
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