ESTAR SIEMPRE ALEGRES (II)
Se
nos exhorta a que nuestra alegría, según Dios y según el cumplimiento de sus
mandatos, se acreciente cada día más y más, pues cuanto más nos esforcemos en
este mundo por vivir entregados al cumplimiento de los mandatos divinos, tanto
más felices seremos en la otra vida y tanto mayor será nuestra gloria ante
Dios. (SAN AMBROSIO, Tratado sobre la carta a
los Filipenses, 1)
7.
Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza
más que los reyes de su diadema. (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 38)
8.
En la tierra hasta la alegría suele parar en tristeza; pero para quien vive
según Cristo, incluso las penas se truecan en gozo. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 18)
9.
Si tenemos fija la mirada en las cosas de la eternidad, y estamos persuadidos
de que todo lo de este mundo pasa y termina, viviremos siempre contentos y
permaneceremos inquebrantables en nuestro entusiasmo hasta el fin. Ni nos
abatirá el infortunio, ni nos llenará de soberbia la prosperidad, porque
consideraremos ambas cosas como caducas y transitorias. (CASIANO, Instituciones, 9)
10.
El gozo en el Señor debe ir creciendo continuamente, mientras que el gozo en el
mundo debe ir disminuyendo hasta extinguirse. Esto no debe entenderse en el
sentido de que no debamos alegrarnos mientras estemos en el mundo, sino que es
una exhortación a que, aun viviendo en el mundo, nos alegremos ya en el Señor. (SAN AGUSTÍN, Sermón 171, 1)
11.
Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya
no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la
posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a
nosotros, antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos
ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de
convertirse luego en posesión. (SAN
AGUSTÍN, Sermón 21, 1)
12.
Porque no hay nada más infeliz que la felicidad de los que pecan. (SAN AGUSTÍN, De la vida feliz, 10)
13.
Eso fueron los primeros cristianos, y eso hemos de ser los cristianos de hoy en
día: sembradores de paz y de alegría, de la paz y de la alegría que Jesús nos
ha traído. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 30)
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