A LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Mientras que el orden natural se admira
del súbito vigor, que en esta aurora
contra el tiempo voraz se corrobora,
y atónita la muerte se retira:
Crecer en un sepulcro la luz mira,
que el aire asalta y las tinieblas dora:
y oye la antigua voz producidora,
que otra segunda instauración le inspira.
¡Oh eterno Amor! Si al nuevo impulso tuyo
Naturaleza en todo el gran distrito
risueña y fuerte aviva el movimiento,
¿Por qué yo no lo busco o no lo admito?
¿Yo sólo, estéril al fecundo aliento,
de la común resurrección me excluyo?
Bartolomé L. de Argensola.
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