EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

viernes, 30 de agosto de 2013

HOY HABLAMOS DE...

MEDITACIÓN (III)



Desarrollo

* La esencia, el alma de la oración o meditación es el trato de amistad con Dios, es decir, el mutuo conocerse y contemplarse y el mutuo amarse. Así precisamente la definió Santa Teresa: "Es tratar de amistad con aquél que nos ama". Y San Ignacio: "Como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor; ya sea pidiendo alguna gracia, ya sea culpándose por un mal hecho, ya sea comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas". De allí que posea tres elementos fundamentales: "Qué hablamos, con quién hablamos, quiénes somos los que osamos hablar" (Santa Teresa).


* El lenguaje de la meditación es el lenguaje del corazón. Si se deben usar palabras es porque ellas disponen el alma. Pero "en la fe, esperanza y caridad oramos siempre con un mismo deseo" (San Agustín). "Para mí la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de gratitud y de amor, tanto en medio de la tribulación como en medio de la alegría" (Santa Teresa del Niño Jesús).

* Ante Dios debes estar como el mendigo ante el rico, la creatura ante el Creador, el siervo ante el Señor, el amigo ante el Amigo, el hijo ante su Padre.

* Debes saber firmemente que nada podemos sin la ayuda de la gracia, que nos da la capacidad de creer y amar. Hay que disponerse, pedirla y contar con ella.

* Deja que Cristo medite en ti y contigo. Préstale tu mente y tu corazón para que todo suba al Padre por Él, con Él y en Él. Asimismo, el que medita "puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada humanidad y traerla siempre consigo y hablar con Él, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con Él en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sólo conforme a sus deseos y necesidad" (Santa Teresa). Es decir, tener un trato personal y sencillo con Él.

* También la esperanza, ya que en su sentido más estricto la oración es "su intérprete" (San Agustín). Esperanza de la vida eterna y lo que nos conduce a ella, como dice el salmo: "una cosa pido al Señor y eso buscaré, habitar en la casa del Señor por la eternidad" (S. 26, 4). Ella es la que me pone camino del cielo. Por eso la oración más excelsa, el Padre nuestro, contiene siete peticione.

* Hay múltiples modos de orar y meditar. Puede hacerse con una simple jaculatoria; la repetición lenta del Padre nuestro, el Ave María u otra oración; la lectura pausada de un texto; la participación devota de la Santa Misa, el Vía Crucis o el Rosario; el recorrido con la mente y el corazón de alguna de las verdades de la fe, un pasaje de la Sagrada Escritura, un hecho acaecido o una decisión por tomar; o detenerse con una "mirada amorosa" (San Juan de la Cruz) en alguno de estos misterios.

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