LA PACIENCIA
Las buenas relaciones
humanas en el hogar y fuera del hogar necesitan un clima de aceptación mutua, de
comprensión y compasión, y en especial de paciencia. Es una faceta del amor.
San Pablo en el magnífico himno al amor en 1ª Corintios 13, dice que “el amor
es paciente”. La paciencia es difícil. Aquí tienes una anécdota para motivarte
a cultivar esta indispensable virtud.
Había un muchacho que
tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada
vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. El
primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Y a medida que
aprendía a controlar su genio, añadía cada vez menos clavos en la puerta.
Descubría que era más fácil controlar sus arrebatos que fijar clavos en la
puerta. Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Entonces
el padre, le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su
carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que
no quedaban más clavos en la puerta. Su padre lo felicitó, lo tomó de la mano y
lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "Has trabajado duro, hijo mío, pero
mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tu
pierdes la paciencia, dejas cicatrices como las que aquí ves".
¿No has comprobado que
una palabra dura dicha en un acceso de ira te trajo semanas de amargura? Un
refrán tibetano afirma: “la paciencia en un momento de enojo te evitará cien
días de dolor”. Por la mañana pídele al Señor toda la paciencia que necesites.
Dile “Concédeme hoy fortaleza, paciencia y serenidad. Que nada ni nadie me
perturbe”. Que así sea.
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