SAN AGUSTÍN
Agustín de Hipona fue uno de los más grandes pensadores del cristianismo del primer milenio y figura que, hoy en día, sigue siendo considerado como uno de los grandes pensadores de la Humanidad. Sus escritos y obras, especialmente Las Confesiones y La Ciudad de Dios, son estudiadas en la actualidad como verdaderas joyas de la Filosofía y la Ética. De sobra conocida su juventud, llena de apasionamiento y sus impulsos de carácter sensual, pero también de profundos estudios en búsqueda de la verdad. Por eso pasó de una escuela filosófica a otra intentando que alguna respondiera a sus inquietudes. Sólo cuando en Milán conoció y escuchó al obispo Ambrosio, sus ideas empezaron a cuajar y con la lectura de la Biblia y, en especial, las cartas de San Pablo, encontró las soluciones al problema de fe y de la gracia.
Para Agustín razón y fe son complementarias. Para este santo la fe es un modo de pensar asintiendo y la inteligencia es la recompensa de la fe. Estudió y actualizó a Platón, lo que hizo que durante más de 800 años la escuela platónico-agustiniana fuese la que primara en el pensamiento teológico y filosófico cristiano.
Para San Agustín la ley moral se sintetiza en una famosa frase: Ama y haz lo que quieras. Porque el Amor es una piedra preciosa que, si no se posee, de nada sirven el resto de las cosas, y si se posee, sobra todo lo demás.
Agustín de Hipona de alguna forma anticipa a Descartes, con su frase: si me engaño existo (se enim fallor, sum). Consideraba que las ideas eternas son de Dios, a quién define como comunidad de amor, por lo cual de Dios solo pueden salir cosas buenas, por lo que el mal carece de entidad propia, es ausencia de bien y un fruto indeseable de la libertad del hombre.
Su conversión al cristianismo en el año 385 supuso una gran alegría para su madre, Santa Mónica, cuya festividad fue ayer y un reconocimiento a la fe y la oración de esta mujer en favor de su hijo.
Algunas otras famosas de este santo son:
La riquezas son injustas o porque las adquiriste injustamente o porque ellas mismas son injusticias, por cuanto tú tienes y otro no tiene, tú vives en la abundancia y otro en la miseria.
Acabar con la guerra mediante la palabra y buscar o mantener la paz con la paz es un título de gloria mayor que matar a los hombres con la espada.
Dios no manda cosas imposibles, si no que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas
La medida del amor es amar sin medida
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