HOY... NOS PREGUNTAMOS

¿PARA CUANDO LA PAZ?

El ser humano no es que tropiece dos veces en la misma piedra,  es que la pisa una y otra vez, dando la sensación de que lo quiere, en realidad, es tropezar a propósito. Se ha llegado a muy importantes avances tecnológicos, científicos, sociales y culturales, no siempre bien distribuidos, pero no hay manera de avanzar de veras y con pasos firmes y decididos hacia la PAZ. Basta con encender nuestra televisión o acceder a las noticias analógicas o digitales y, como un martillo pilón, se nos  presenta con toda su crueldad el drama del odio y de la guerra: Irak, Gaza, Siria, Ucrania,... Puede llegar un momento que ante tal cantidad de noticias negativas éstas se conviertan en algo normal, algo inevitable, lo que el Papa Francisco ha definido como "la globalización de la indiferencia". Es una especie de autodefensa que hacemos frente a  algo que consideramos lejano y que solo tomamos algo de conciencia de lo que significa en el único momento en que lo vemos. Podemos encontrar muchas causas que respondan a la proliferación existente de conflictos: codicia, odio étnico y religioso, intereses de fabricación y venta de armas, etc...

Se tiene la sensación de que los organismos internacionales  (ONU), no tienen capacidad real de impedir y mucho menos solucionar estos conflictos y, mientras tanto, asistimos a la muerte de víctimas  inocentes que lo único que quieren es vivir con dignidad y en paz.  Quizá todo esto no sea más que el reflejo de una sociedad  desestructurada, anárquica, de la violencia que anida en lo más cercano a cada uno de nosotros: familia, lugares de trabajo, vecindario, relaciones de amistad, etc... El feroz individualismo y falta de caridad hacia nuestro prójimo nos inmuniza ante todo aquello que signifique trabajar por un sociedad más justa y equitativa ¿Es esto lo que queremos para esta generación y para las venideras?

Sería bueno recordar las palabras que el Papa  Francisco ha comentado no hace mucho:

Para construir la paz entre los seres humanos  hace falta mucho más valor que para hacer la guerra