HÁBLAME DE DIOS
Dije
al almendro: háblame de Dios
y
el almendro floreció,
Dije
al pobre: háblame de Dios,
y
el pobre me ofreció su capa.
Dije
al sueño: háblame de Dios
y
el sueño se hizo realidad.
Dije
a un campesino: háblame de Dios
y
el campesino me enseñó a labrar.
Dije
a la naturaleza: háblame de Dios
y
la naturaleza se cubrió de hermosura
Dije
a un amigo: háblame de Dios
y
el amigo me enseñó a amar.
Dije
a un pequeño: háblame de Dios
y
el pequeño sonrió.
Dije
a un ruiseñor: háblame de Dios
y
el ruiseñor se puso a cantar.
Dije
a la fuente: háblame de Dios
y
el agua brotó.
Dije
a mi madre: háblame de Dios
y
mi madre me dio un beso en la frente.
Dije
a la gente: habladme de Dios
y
la gente se amaba.
Dije
a la voz: háblame de Dios
y
la voz no encontró palabras.
Dije
al dolor: háblame de Dios
y
el dolor se transformó en agradecimiento.
Dije
a la Biblia: háblame de Dios
y
la Biblia no paró de hablar
Dije
a Jesús: háblame de Dios
y
Jesús rezó el Padrenuestro.
Dije
temeroso al sol poniente: háblame de Dios
y
el sol se ocultó sin decirme nada.
Pero
al día siguiente al amanecer,
cuando
abría la ventana, ya me volvió a sonreír.
Nikos Kazantzakis
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