EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

jueves, 27 de agosto de 2015

HOY...

ESPIRITUALIDAD CONYUGAL


Hay muchos matrimonios que leen la Biblia... por separado, no cultivan su espiritualidad juntos. Ahora bien, ¿qué entendemos por espiritualidad? ¿Por qué deben cultivarla juntos los cónyuges? 
En la Biblia, la espiritualidad alude a una actitud ante la vida (Judas 18, 19). El escritor bíblico Pablo establece una clara diferencia entre la persona espiritual y la persona carnal. Según Pablo, la persona con tendencias carnales se preocupa sobre todo por sí misma. Hace lo que ella piensa que está bien y no se preocupa por seguir las normas divinas (1 Corintios 2:14; Gálatas 5:19, 20).
La persona espiritual, en cambio, reconoce el valor de las normas de Dios. Considera a Jehová su amigo y se esfuerza por imitar su manera de ser (Efesios 5:1). De ahí que trate a los demás con cariño, amabilidad y calma (Éxodo 34:6). Obedece a Dios hasta cuando no le conviene (Salmo 15:1, 4). 
Claro, no hay que esperar a estar casado para cultivar esa actitud espiritual. La Biblia indica que todos y cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de conocer a Dios e imitarlo (Hechos 17:26, 27).
Si cada cual es responsable de cultivar su propia espiritualidad, ¿por qué deberían los cónyuges cultivarla juntos? Imagínese que dos personas comparten un huerto. Una quiere hacer la siembra en determinada época del año, y la otra cree que es mejor retrasarla un poco. Una quiere abonar la tierra, pero la otra cree que no es necesario y se opone. Una quiere trabajar sin descanso día tras día, mientras que la otra prefiere cruzarse de brazos y esperar a ver qué sale. Es posible que el huerto produzca algún fruto, pero podría dar más si las dos personas se pusieran de acuerdo en lo que quieren y trabajaran juntas para conseguirlo.
En el caso de los cónyuges pasa algo parecido. Su relación puede mejorar si uno de los dos cultiva su espiritualidad (1 Pedro 3:1, 2). Pero mejoraría mucho más si ambos decidieran seguir las normas divinas y se apoyaran el uno al otro sirviendo juntos a Dios. Como explicó el sabio rey Salomón, “mejores son dos que uno”. ¿Por qué? “Porque tienen buen galardón por su duro trabajo”, y “si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio” (Eclesiastés 4:9, 10).
Seguro que los matrimonios quieren cultivar juntos su espiritualidad. Pero al igual que ocurre con un huerto, hace falta trabajar duro para conseguir buenos resultados. Veamos dos obstáculos que pueden surgir y cómo superarlos.

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